Empezamos aquel viaje a Bilbao teniendo que parar a hinchar las ruedas de tu coche… Pero las ganas de reencontrarnos con nuestra amiga, y de conocer el verdadero Bilbao seguían ahí. Llegamos a aquella casa con unas ventanas muy decoradas, donde, con un buen plato de macarrones, cogimos fuerzas para poder llegar a la presentación del libro, después de atravesar un Bilbao algo peculiar.
Tras la presentación y uno de tus baños de masas, fuimos a tomar algo, y ahí comenzó una noche de desenfreno, llena de fotos, videos y muchas risas, que al día siguiente no nos permitirían desayunar en casa…
El rastas